20.4.08

Va de cuentos...



Sacado de mi memoria, de esas antiguas historias que todos tenemos en mente. Que unos personalizan en la India, otros en China, y otros en lugares ya desaparecidos, en algunos casos mágicos, o especiales. Hoy me he acordado de una, y, aunque seguramente muchos la hayáis leído o escuchado, la recordaremos:

“Gobernaba en una lejana provincia del norte, donde los meses de invierno pasan lentos, tan lentos como solo la Tierra puede sentir el cambio de las estaciones a través de los siglos. Vivía tranquilo, ocupado en sus ciudadanos, en sus cotidianos problemas y asuntos. Más tenía fama en toda China, de persona ecuánime, de gran maestro y enorme espiritualidad, y de ser justo en sus decisiones y veredictos, tanto políticos como personales.

El emperador, deseoso de resolver una duda, y sabiendo de la sapiencia del gobernador, le envío recado de venir a palacio: “Así conocerás el palacio del sol, serás mi invitado, y me ayudarás con un asunto que me traigo entre manos”.

El gobernador, fiel servidor del reino de Yuan y del emperador, dispuso todo y viajó a la capital imperial.

Una vez allí, tomó reposo, se vistió con las mejores galas, y cenó con el emperador y su corte. Una vez degustados los postres, y tras tomar un delicioso y antiguo licor de arroz, el emperador le expuso su cuestión: gobernador, quizá tu sabiduría pueda ayudarme a resolver el siguiente acertijo. He enviado mensajeros por todo el imperio, para que me trajeran las calaveras de tres personas muy sabias, o por así tenidas. ¿Cuánto tiempo necesitáis para saber cual de las tres personas era verdaderamente sabia?.

Su celestial majestad. Dadme un día, y tendré la respuesta para vos

Así se hará -respondió el emperador-. Volveremos a reunirnos mañana, para la cena, y me daréis una respuesta.

A la noche siguiente, una gran expectación siguió a la cena. Ningún cortesano quiso perderse la respuesta del gobernador, más teniendo en cuenta que podría ir en contra de lo averigüado por el emperador.

Por fín, habló el gobernador: Mi señor celestial. Ya tengo la respuesta a tal acertijo -y le adelantó una de las tres calaveras-. Es esta.

¿Cómo lo sabéis? -preguntó intrigado el emperador-.

Fácil -dijo este-. Pasé un hilo que no se doblase por el oído de cada una de ellas. La del primero, salió por el otro oído. Por tanto era una persona que lo que escuchaba le salía por el otro oído. La segunda, sacó el hilo por la boca. Con lo cual, todo cuanto este oía, lo contaba sin problema.

¿Y la tercera? -dijo el emperador curioso-.

La tercera…al pasar el hilo por la oreja, bajó en dirección al corazón. Con lo cual lo que esta persona oía, primero lo procesaba en su interior, antes de soltarlo o contarlo sin medir el alcance de sus actos. Por esto se que esta persona, fue la más sabia de las tres en vida.”

Cuantas personas están en el mundo, en nuestra vida, en reuniones de amigos. Y cuantos no practican el “arte de escuchar”. Poner corazón y mente en lo que escuchan. Tratar de comprender. Ponerse en lugar -empatizar- del otro. Interiorizar lo vivido y recibido antes de decidir que no sirve o utilizarlo con otro fin.

Pongamos el “arte de escuchar” en nuestras vidas. Entrenémonos, practiquemos, hagamos normal esto, que sea algo integrado en nosotros y no algo puntual.

¿Me has escuchado? Bien… me alegro.

1 comentario:

A través del velo dijo...

Vilo!! no lo conocía y me ha encantado!!! Del oído al corazón, qué bueno!! Equivalente a escuchar de verdad (escucha activa) y dejarse sentir lo escuchado antes de dar respuesta si es que hay respuesta por dar, que no siempre es así. A veces la propia escucha es la respuesta.
Gracias!!!
Un beso