28.12.09

Un regalo diferente




Mirando por el cristal del pub, unas tenues gotas de lluvia recorrían su superficie, en una interminable carrera por llegar al suelo.

Esa tarde había llegado hora y media antes de la cita. Las ocho y cuarto. Suerte que en aquel café, la esquina preferida mía, la del mullido cuero como asiento, solía estar libre.

Al lado mío, sobre la mesa, el paquete. Una pequeña cajita cuadrada, envuelta en un más que sugerente color rojo, con una tarjeta pegada que decía "por siempre tuyo. Te amo".

Aproveché el tiempo cogiendo una de las revistas de moda y corazón que ponía siempre el camarero en la esquina de la barra. Extraña combinación, pensé. Todos conocían la afición por el mundo rosa de Javier, el rockero heavy de pelo por debajo de los hombros, el ecologista convencido, el autoproclamado por él antisocial, anticapitalismo y unos cuantos "anti" más. Como para reirse del mundo y el personal, un enorme póster de Paris Hilton presidía la cafetera. Así somos de distintas las personas. Seguramente, este atípico personaje, si entrase la susodicha Hilton por la puerta, le pediría ser su pareja, tal es su inconfesable pasión por ella (¿He dicho ya cuan extraño es? Pues si).

Por fin se acercaba la hora. Un momento ansiado, no por ello menos tranquilo, pues estaba en mi refugio, en mi espacio, donde tantos momentos me acompañaban. Por supuesto, Lucía también lo conocía. Era nuestra cueva, donde hacer realidad nuestros pensamientos, y lanzarlos al aire.

No más bourbon. Quería estar sobrio, para no errar las palabras. Quería ser consciente del momento, y de la reacción de ella. Quería expresarle tantos sentimientos. Quería...

Una pelirroja, que debería andar por el metro setenta de estatura, hizo presencia en el pub. Como si siempre hubiese estado allí -eso también podía ser posible- giró su cabeza a uno y otro lado, recorriendo la estancia, buscando sin inmutarse, decidida y serena. Al cabo de unos instantes, posó su mirada en mí. ¿En mí? ¿Por qué yo? ¿Por qué a mí?

Cruzó levemente el espacio que nos separaba. Sus tacones sonaban en mis oídos, campanas que anuncian una importante noticia. Sin dudar, se sentó enfrente mío. 'Un capuccino, por favor', fue lo que pidió al camarero. Unos minutos eternos, en los cuales saboreó lentamente el dulce café, a la vez que no dejaba de mirarme.

-Hola. Es un placer conocerte -Dijo con voz emocionada.
-¿Cómo dices? -respondí turbado al oir ese tono de voz.
-Todo está en tí. Tu simplemente Eres. Existes. Sabes perfectamente de que hablo. Ahora es momento de que tu decidas. -siguió diciendo.

En ese mismo instante comprendí, sin comprender, entendí sin siquiera pensar, y fui consciente de todo, del entorno, de mi cuerpo, de ella, de mi vida pasada y presente...

-Es para ti. Acéptalo. -dije sin saber muy bien por qué, acercándole la pequeña cajita envuelta en sensaciones rojas.
-Gracias! Es todo un detalle. Ooohhh, vaya. Lo siento, pero he de irme. Deja que te llamé al móvil, y así tendrás mi número para llamarme. Llámame, no lo olvides. -Me soltó mientras me daba un intenso beso en la mejilla.

Han pasado ya dos semanas, y aún no se si llamaré. Lucía me mira, ironías del destino, desde el mismo asiento que ella usó para sentarse el otro día. Miro, más no veo a Lucía. La veo a ella.

A la maravillosa mujer pelirroja de metro setenta y ojos de esperanza, que cruzó todo un mundo para estar conmigo...

5.12.09

¿Qué hay bajo el manto azul de las estrellas? (Sussan)



Frente a mi, el objetivo está durmiendo. Ni yo mismo me atrevo siquiera a rozar mi cámara. Aún lo recuerdo, licor de moras. Sábanas revueltas. Gemelas. Dios, si, gemelas.

Sucedió tal que...

Por esos azares de la Vida, o no tan azares, fui a parar a un pequeño pub de estilo antiguo, con muebles renovados, más mil historias en sus paredes, y en su aire espeso sin humo.

Entré con la esperanza de tomar algo intenso, y poner en orden mis ideas. Nada más alejado de la realidad, para mi sorpresa.

Allí estaba ella. Mirándome como quien devora una chuchería. Seria, vestida de traje, con una revista entre las manos, y unos tacones, como diría una compañera de estas historias, mi apreciada Diabla, unos tacones alzando al infinito unos zapatos hechos solo, por y para esa mujer. Por un instante un escalofrío recorrió mi cuerpo, haciéndome sentir incómodo. Al momento siguiente, un calor tremendo inundando mis más íntimas sensaciones físicas.

Con un caminar que remarcaba sus muslos, y hacía saltar levemente sus pechos, sabiéndose tremendamente deseada en todo su recorrido hasta mi mesa, andando lentamente a propósito para provocar al personal, camarero incluido, llegó al fin a mi mesa. Un más que atrevido "¿puedo?", un sí por mi parte, esperando se sentara, y me cogió la mano, levantándome. Al mirarla extrañada dijo:

-Me has dado tu permiso. Así que no digas nada, y sígueme. A menos que quieras arrepentirte de todo cuanto va a sentir esta noche todo cuanto tú eres.- dijo sonriendo turbadora. Eso era demasiado hasta para mí, curtido en experiencias de ese pelaje.

Fuimos a su casa, un apartamento en un elegante y divertido edificio de formas curvas imitando la naturaleza. Segundo piso. Desde esa noche, me encantan los segundos pisos de los edificios.

Entramos en su casa, y nada más llegar a la habitación, comenzó a desnudarse.

-Quítate la ropa, por favor, y dúchate, que luego voy yo, cielo.

Tras ducharme, y al salir, ver la luz anaranjada de las velas ambientando una cama enorme con sábanas de seda, me imaginé lo mejor. Ella se fue a ducharse también.

-Ponte el antifaz, quiero hacer el amor contigo sin que me veas, ¿me harás ese favor? Sin trampas, si no fin de la historia.

Emocionado, y a la vez subiendo en excitación por momentos, lo hice. Noté como salía del baño, perfumada, como se quitaba sus zapatillas, y, dulcemente, empezaba a saborear mi cuerpo. Un masaje continuo, un movimiento rítmico, un besar todo mi cuerpo, y yo el suyo, recorriendo cada centímetro de su piel.

Más rápido y salvaje llegó la continuación. Tal cúmulo de sensaciones, que me abandoné a la experiencia en tal grado que sus manos parecían multiplicarse por momentos, y sus labios, tan expertamente empleados, era como si besaran dos puntos distintos de mi cuerpo a la vez.

Por fin, después de mil momentos disfrutados y deseados, llegó el clímax. Un torrente de placer y sensaciones salió furioso de nuestras gargantas, de nuestras zonas íntimas. Tras el huracán, la calma.

Nos tumbamos en la cama, encima de un mar de sábanas revueltas. Tal pericia había en sus manos que me acariciaban por ambos lados. ¿Ambos lados?

-Quítate la venda, mi amor. -dijo ella sabedora de mi sorpresa.

Allí estaba ella. Y ella. O sea, ambas. Dos mujeres idénticas, a derecha e izquierda, mirándose con picardía, y apretándose contra mi cuerpo desnudo mientras nos vamos durmiendo.

Hay noches que hasta un mágico cielo estrellado no puede superar lo que hay... bajo el manto azul de las estrellas.

6.11.09

Exeon



25 de marzo de 2610.

Hoy, me he levantado melancólico. Tras una metálica ducha, un frugal desayuno enfundado en mi equipo de viaje. Miro a través de la ventana la miríada de estrellas que brillan en el cielo de esta constelación.

Si, el espacio infinito es algo sublime, algo maravilloso, una conexión con algo superior, dicen siempre citando un tópico. Para mi es un día más, pues llevo dieciséis años viviendo en el espacio. Es tan grande esta nave, tiene tanto de... todo, que debería sentirme como en casa. No, he de reconocer que no me siento de ninguna manera especial.

Suena el comunicador. Una dulce voz de mujer -como si quisieran un momento perfecto compartido con un sistema electrónico- me pone al corriente:

-Señor. Le recuerdo que hoy es Navidad en la Tierra. Quizá quiera hacer algo especial, capitán.

Navidad. Ya en el año dos mil cuatrocientos, debido a la rotación de la tierra, y a que el invierno sucedía de marzo a mayo, que eran los meses más fríos en el hemisferio norte, decidieron hacer coincidir las fiestas de Navidad en esa época. Cuestión de mantener tradiciones.

-Gracias. Envía felicitaciones a la gente de la lista de siempre. Y si no es urgente, no me pases ninguna comunicación exterior a la Exeon.

Al ser día de descanso, mi tripulación estaba disfrutando del día en la cubierta inferior, donde estaban todos los sistemas de relax, el restaurante, y otros espacios con los cuales hacer más llevadera la estancia en la nave. Ellos con suerte, en unos meses estarían en la estación orbital, y de ahí en una nave auxiliar a la Tierra.

A veces el tiempo no discurre de igual manera. Noto como mi mente vuelve a mi infancia. A aquellas largas tardes en la montaña, corriendo ladera abajo, cansándonos, rodando por el suelo hasta terminar llenos de barro. Aquí el barro, solo existe en los cultivos a gravedad estable que podemos permitirnos en esta nave tan grande.

Me siento pequeño, muy pequeño. He explorado ya cuatro galaxias, con sus estrellas, y planetas. He dedicado muchos años a descubrir el Universo, y ponerlo al alcance de las personas que necesitan creer que no estamos solos. Pero la verdad, es que aún no hemos contactado con otra forma de vida. El tiempo pasa, y me hago viejo sin ver cumplido mi sueño, de al menos descubrir que otros seres habitan algún planeta remoto.

Mi vida está aquí. Navegando. Enseñando a los jóvenes la pasión por explorar, y quien sabe, si conectar con otra civilización algún día. No tengo mujer, ni hijos. Condición para poder ser el capitán de una nave. Sin ataduras, por duro que esto pueda ser. Y así fue para mi.

Pienso que todos tenemos sueños, y los conseguimos a nuestra manera, aún siendo que no se terminan como nosotros esperábamos. Pero es la posibilidad de conseguir un sueño, lo que hace la vida interesante.

En otoño lo dejaré. Está decidido. Quiero volver a la Tierra, a realizar algunos de mis otros sueños...

La gran pantalla de fibra de carbono se ilumina: planeta nuevo descubierto. Iniciando secuencia de barrido en busca de formas de vida de cualquier tipo....

Quiero volver a la Tierra.

5.10.09

Besos (kisses) para tí


















Besos de cacao y nata, amargos y dulces a la vez...
Besos acompasados, rítmicos...
Besos de otoño, de primavera, que se caen y vuelven a resurgir...
Besos de invierno, de verano, algunos fríos, los más cálidos...
Besos al vuelo, y besos al viento...
Besos de mejilla, de labios, de mirada intensa...
Besos con filosofía, con erotismo, con espíritu...
Besos con radio, besos en silencio, acompañados y en soledad...
Besos enamorados, encadenados...
Besos salvajes, instintivos, intuitivos...
Besos de hola, y de adiós, de buenos y malos días...
Besos en azul, besos de fresa...
Besos en interminables roces, en innumerables caricias...
Besos cortos, picos apenas, dados al aire...
Besos de reproche, de perdón, de nada y todo a la vez...
Besos de falda corta, y blusa abierta...
Besos de Año Nuevo, y de noche de San Juan...
Besos en Australia, en Berlín, en Buenos Aires...
Besos de carta intensa, de mensaje corto...
Besos de anillo en mano, besos que desnudan y apasionan...
Besos de 6 de marzo...
Besos de baile lento...
Besos de fuego, abrasador...
Besos de hielo, glaciar fundiéndose...
Besos esquivados, y buscados intencionadamente...
Besos a mordisquitos...
Besos que saben a otro u otra...
Besos con perfume, y con salsa de pimientos...
Besos de Sinatra, de Pamela, de Penélope, de Richard, de...
Besos de lluvia, y de desierto...
Simplemente, o no tan simplemente... besos... y más besos, los mejores besos, siempre serán para tí...

14.9.09

Dos y uno, y un proyecto de átomo



Todo ocurrió en apenas dos semanas.

Ella se empeñaba en ser mi amiga. Yo repitiéndole apasionado que quería que fuésemos amantes.

Ella compartiendo conmigo sus pensamientos sublimes, sus frases con ironía, las salidas a tomar un buen café, y hablar hasta bien entrada la noche. Yo encendiendo su deseo, desnudándola en cada frase, haciéndole el amor con palabras, con miradas, con roces insinuantes.

Que si yo era demasiado especial, alguien diferente, auténtico, de los que cuesta encontrar, y que eso tenía que forjar una amistad si o si. Yo sintiéndome temblar de emoción, mientras susurro en su oído que deseo besarla, que quiero acariciar su cuerpo lentamente, y perderme en el reino de las sensaciones con ella.

Ella apartándome con cariño, no si antes haber conseguido el premio de un beso en su cuello, de mirar sus ojos a escasos milímetros de los míos.

Aunque parezca extraño, todo funciona. Todo fluye, ella y yo, cada uno en su intención, y en su experiencia, disfruta con el otro. Es como si siempre hubiésemos hecho aquello, de tan espontáneo que surge. Y nos gusta, ella, en su fuero interno, deseando que se desborde la pasión, y el deseo, deseando también hacer el amor salvajemente conmigo, sin medida, sin límites a cuánto placer se puede llegar a sentir.

Yo, deseando que nuestra amistad dure siempre. Aún excitándome con ella, deseando al mismo tiempo que esa delgada línea, ese fino hilo de plata que delimita su paso a lo salvaje, y mi entrada en algo mucho más sutil y compartido, más de amigos, como digo, deseando que ese límite no se rompa ni se traspase nunca. Pues es lo que mantiene viva nuestra historia, y nuestros encuentros. El poder de seguir siendo cada uno en sí mismo, y, durante unos breves instantes, sentir como nos fundimos en uno solo, y todo lo demás desaparece...

Nos despedimos por hoy. Ella, con un beso en la mejilla, a la vez que al alejarse levanta la mano en un gesto sincero de aprecio. Yo, acariciando muy lentamente su brazo mientras no separamos, a la vez que mordiéndome el labio inferior en un gesto lleno de morbo y erotismo, de cariño y agradecimiento eterno.

Ella y yo, dos energías en sincronía, electrón y protón intentando ser átomos al fín...

3.8.09



Por haber vivido intensamente su vida,

la hierba seca aún llama la atención de quien pasa.

Las flores sólo florecen

y lo hacen lo mejor que pueden.

El lirio blanco en el valle, que nadie ve,

no necesita explicar nada a nadie;

vive sólo para la belleza,

pero los hombres no pueden convivir con el "sólo".

Si los tomates quieren ser melones,

se transformarán en una farsa.

Mucho me asombra

que tanta gente esté ocupada

en querer ser quien no es:

¿qué gracia tiene transformarse en una farsa?

No necesitas fingir que eres fuerte,

no debes probar siempre que todo va bien,

no puedes preocuparte de lo que piensen los otros,

llora, si lo necesitas,

es bueno llorar hasta que no quede ni una lágrima

(pues entonces podrás volver a sonreir)

-Mitsuo Aida (1924-1991), calígrafo y poeta japonés-

23.7.09

Un adiós muy sentido...


HOY, JUEVES 23 DE JULIO DE 2009, A LAS 22:40, HA FALLECIDO MI PADRE. Adiós, amigo del alma. Adiós...

15.7.09

Ayoztingo


Qué hacía yo en aquella villa mejicana, no sabría explicarlo. Tampoco es que me preocupara mucho. A veces se hacen cosas. Y no hay más.

Ramón Alvarado y Núñez. Todo un abogado de prestigio. Un terror entre los colegas de profesión, que nadie quería tener la desdicha de encontrarse en un juicio como oponente. Tales eran los argumentos -y a veces ardides- que con tanto peso aplastaban al contrario.

Yo, un padre de familia rígido, de educación cartesiana y reglas inquebrantables. De opulencia y cuenta corriente generosa. Con mi Bentley Arnage RL, por supuesto, como niña de mis ojos y recompensa a mis esfuerzos y mis desvelos. Un automóvil así te da prestigio, y hace que los demás sepas quien eres.

Llegar a comprender como Clara, una chica de apenas 23 años, llego de Méjico D.F. y se instaló en el despacho contigüo al mío, es todo un misterio. Con su ropa moderna, su pelo de color oro, y sus papeles siempre amontonados. Y sin saber por qué, acepté encantado a mi nueva compañera. El presidente de la compañía insinúo amablemente que me hiciera el reconocimiento médico de costumbre -en un mes en que no lo era-.

El día en que me dijo con la confianza de quien te conoce desde siempre:

-Ramón. Estás mal colocado energéticamente. Y eso terminará afectando a tu salud. Tienes un "nahual" muy poderoso, y está prisionero dentro de tu visión de todo. En dos meses vuelvo a Méjico. Ven conmigo, y descubrirás tu camino.

Ese día la hubiera ignorado desde entonces. Pero sin saber cómo ni por qué, solo me atreví a articular un sincero:

-Clara, llévame. Quiero conocer eso que dices.

Y allí estaba yo, en la villa azteca de Ayoztingo, desnudo salvo por una protección de cuero a modo de ropa interior. Sentando frente al fuego, y, enfrente mío, a cuatro ancianos de incontables años, a pesar de su juventud. Yo, Ramón Alvarado y Núñez, intentando descubrir que espíritu de animal era el que me había elegido al nacer, el cual yo tenía prisionero por razones que se me escapaban.

Y más curioso aún fue cuando después de entrar en un sueño inducido, en el cual me pude ver avanzando hacia la fama y el reconocimiento de forma meteórica, viendo a mis hijos triunfar, y a mi amada mujer ser un influyente personaje público, más curioso fue, repito, cuando uno de los ancianos se puso en pie, y señalándome con el dedo mientras sonreía maliciosamente, gritó al viento: Jaguar! Es un jaguar!

Clara, que había tenido el privilegio de asistir a la ceremonia -gracias a ser sobrina de uno de los ancianos-, tenía los ojos como platos y una cara de estupefacción tan grande como grande y franca era la risa del anciano.

-¿Que ocurre, Clara? Algo se me escapa, intuyo...

-Claro, Ramón. Es por el nahual. El jaguar. Representa la energía femenina y felina. Es la mujer, es la energía que protege nuestro mundo, los cerros, montañas, valles... Cualquier otro, hubiera tenido sentido, pero este...

Han pasado ya seis años de aquello. Hoy escribo estas líneas desde el único punto con conexión a Internet en el Pantanal, en Brasil. Y si. Mis hijos son empresarios de éxito. Y mi ex-mujer sale en las portadas de todas las revistas, semana si, semana también, acompañada de un deportista con un cuerpo 10 y otra cuenta corriente igual de generosa.

Un mosquito intenta comer a costa de mi sangre. Es lo que tiene no llevar por ropa más que un pantalón corto en las horas más cálidas del día. Clara me mira a los ojos, ella me acepta, yo la amo. Se que algún día volveremos, juntos, pero transformados, a la vorágine de la civilización. Más todo sera distinto, viejo y nuevo a la vez.

Tz'ikin, el nahual de ella, la libertad, y a la vez la suerte, el dinero, la abundancia material y espiritual. El jaguar, el mío. Ahora ella es yo, y yo soy ella en lo interior...

21.6.09

Sucedió en San Diego...


Crystal Pier. Donde interminables reflejos de luna invaden la espuma que salpica nuestros pies. Ella, de puntillas, miraba a través de mi hombro las luces de la ciudad de San Diego, una miríada de colores en el horizonte despertando al caminar de sus gentes, conocidas, y de las no tan conocidas gentes de fuera.

La locura de sentirnos vivos, y de expresar el deseo que cada uno sentía por el otro, se transformaba en cada beso, en cada caricia que nos hacía sentirnos excitados, emocionándonos a cada mirada más cómplice y provocadora. Una locura maravillosa, que nos llevó dos noches antes, mientras hacíamos el amor en la habitación de un histórico casón reconvertido en hotel, a escribir cada uno tres ciudades en seis papeles, meterlos en el sombrero que usamos para escojer nuestro destino, y, tras sacar uno de ellos inocentemente, preparar al día siguiente las maletas con un nuevo rumbo.

Una música suave, arrulladora, nos mecía llevándonos al reino de las sensaciones. En ese momento ella, con una mirada pícara a la vez que lasciva -que yo ya conocía-, se tumbó en la arena, cerrando los ojos y dejándose llevar por la experiencia.

Se quitó la poca ropa que llevaba -hacía calor aún siendo septiembre-, abriendo las piernas y los brazos como queriendo jugar al deseo más intenso con el mar, y por ende, conmigo. Las suaves olas humedecían su espalda, sus piernas y su cabello. Ella sabía que yo, allí mirándola, viendo como el mar entraba y salía de su cuerpo, me iba excitando más y más a cada instante. Aún con los ojos cerrados, era capaz de percibirlo. Tal era la sincronía que nos daba el haber compartido tantos momentos como aquel.

Me di cuenta de que una inmensa excitación me recorría el cuerpo. Mi miembro, tantas veces encendido por ella, volvía a responder como la primera vez. Ella lo notaba, sabía qué estaba pasando por mi cuerpo, y eso hacía que se moviese lentamente sintiendo el agua meciendo su cuerpo, haciéndolo llegar a regiones antes no exploradas.

Yo no aguantaba más. Un torrente de placer pugnaba por salir, por estallar y unirse a la mujer a la que tanto deseaba, un ligero temblor me incitaba a acercarme. Más no podía. No hasta que ella alcanzase su nivel de deseo, de intensidad similar al mío, y entonces llegaría una señal, ella sabría cuando. Y yo entendería que la Vida había entrado en ella, poseyéndola, y cediéndome el testigo para ser parte de esa experiencia.

Comenzó a temblar, a gemir de placer. Nunca antes la había visto tan excitada, tan al borde del orgasmo, tan viva. Si, eso era. Se sentía completa, viva, mujer. Y quería compartirlo conmigo.

Me tumbé en la arena, mojada, y en contraste, algo fría. Ella se giró hacia mi sin abrir los ojos, se sentó encima mío, y comenzó un balanceo rítmico, acompasado milagrosamente con el ir y venir de las olas. Su pubis, su pelvis apretada contra mi, sintiendo mi miembro temblando dentro de ella. En ese instante, agarrando con fuerza mi trasero con sus manos, se dejó llevar hacía atrás, quedando tumbados en la arena uno frente a otro, mientras un interminable gemido de placer nos invadía, y el orgasmo llegaba, todos los músculos de ambos en tensión, en un final que no tenía fin.

Nos levantamos. Sin quitarnos la arena, sin importar nada más. Cogimos nuestra ropa y nos vestimos. Ella, haciendo ese gesto mágico, señaló a la pequeña escalera de madera que daba a la playa. Allí estaba. Un sombrero de mujer, ajado por el tiempo, pero elegante, con sus cintas de seda azul, y su terciopelo rojo. Y al lado. Unos cuantos papeles pequeños. Seis, para ser exactos. Doblados cuidadosamente, con mimo, y colocados dentro del mismo.

"Te toca escoger a ti, cariño" dijo ella encendiendo de nuevo su mirada.

"De acuerdo". Respondí. "Hokkaido. ¿Que te parece?".

"Me gusta! Ya hacía tiempo que deseaba disfrutar contigo en el milenario Japón..."

29.5.09

2059


Hoy, como todos los años, a finales de mayo, renuevo el color.

El mismo color. Desde aquél mayo de 2009, en el cual conocí a Mía, o Aiyi. O Ana, como decía en su documento de identidad.

Hoy, 29 de mayo de 2059. Tengo 87 años. He vivido mucho, he amado más aún. He conseguido alguno de mis sueños, como recorrer el mundo entero junto a la mujer que amé, y sigo amando, después de despedirnos de manera simple y muy sentida con un "ya nos veremos". Ella murió hace 7 años.

Hemos avanzado mucho tecnológicamente. Ya la gran mayoría de las tareas están automatizadas. El ser humano ha conseguido enviar naves tripuladas a marte. El mapa del genoma humano, lejos de deshumanizarnos, obró el milagro, e hizo que la medicina avanzase en el campo del enfermo, para curarlo, y no en el de la enfermedad, para lucrarse. Hace una hora, estuve tomando un café bajo la Torre Effiel con mi primo. El, en un local de Málaga. Yo, aquí en el centro de Murcia. La holografía hace milagros.

Y a pesar de eso, algo no ha cambiado. Un chico joven, con traje presurizado especial, me ha pintado las paredes de casa. De violeta, como aquella primera vez, hace cincuenta años, en que yo mismo pinte mi primer piso. No usa brocha, y la pintura seca según se aplica, dejando un efecto curioso según la luz que incida en el color.

Cincuenta años pintando del mismo color. Fue cuando conocí a Mía. Entró en mi piso, una tarde de verano. Y se enamoró del color de las paredes. Un preludio del amor que había surgido entre los dos, y que, regalos del destino, surgió al calor de un color. Ella dijo que era como recordar su infancia, en la casa familiar en Italia, en la Toscana, donde las casas respiran y están llenas de vida. Yo solamente asentí, absorto ante tanta belleza condensada en sus pensamientos.

Se que me está esperando, dondequiera que esté. El chico, con su traje con las letras "Pintex" en el pecho me indica que ha terminado. Me pasa el lector. Pulso con la huella del dedo índice, digo la palabra "si" permitiendo el cobro en mi cuenta, confirmando la factura con mi voz. Otro avance más. A veces pago con dinero, más por recrearme en algo tanto tiempo usado que por otra cosa. Hoy día ya casi no se usa el papel moneda.

El chico ha salido de mi casa. Y me quedo allí, contemplando extasiado las paredes color violeta. De repente, un pequeño zumbido martillea mi cabeza...

Despierto. Miro el reloj de mi mesilla. Es sábado, 30 de mayo... de 2009. Me giro en la cama. Allí está ella, dormida. La abrazo con ternura, mientras miro las paredes recién pintadas. Y vuelvo a cerrar los ojos...

7.4.09

Todo sucedió entre dos colores...

Lo efímero que es el tiempo. Que corto puede ser un instante, y a la vez despertar tal recuerdo que el deseo más íntimo vuelve con fuerza a nuestra mente, más cuando aún hemos fantaseado con ello, y hemos rozado la posibilidad de alcanzarlo.

Allí estaba, volviendo pausadamente al comienzo de la noche, deshaciendo el camino y recogiendo el hilo de Ariadna, hasta llegar a mi casa de nuevo.

Mientras cruzaba el puente, una mágica pasarela en la cual las personas van y los automóviles vienen. En el fugaz instante en que pensaba si esperar al comienzo el cambio del semáforo y cruzar, quiso el destino que se pusiera en rojo.

Dios existe. Al menos, el Dios que regula el tiempo en los semáforos. Era ella. Había parado su coche y nos habíamos reencontrado. Meses después de habernos conocido. Un corto "qué tal va todo", y un más intenso y mutuo "te llamaré y nos vemos" fue suficiente. Una sonrisa, y un beso apresurado, pues el verde había caido inexorable, y ya se sabe, los coches apresurados no entienden de deseos ni pasiones.

Bastaron unos segundos para que mi sangre bullera de nuevo por las venas. Quizá lo hubiera visto. Quien sabe. Esta chica me había demostrado cuán observadora puede llegar a ser una mujer. En ese instante, al contemplarla, un irresistible deseo, una excitación intensa, ambas cosas juntas, llenaron mi cuerpo y mis sentidos. El grado de pasión que se destapaba estando juntos no tenía límites, y quizá por ello el "llámame" de ella sonó alto y claro, resonando en las calles, un potente sonido que hizo volverse a los viandantes, aún cuando su coche ya iba bastantes metros por detrás de mí.

A veces creo que las más intensas experiencias de amor no tienen por que suceder en una cama, ni en un ambiente y momento especiales. A veces, se produce una tormenta de sensaciones, un sinfin de pequeños y grandes deseos, de irrefrenables gestos de erotismo y sexo, en el interminable transcurso que va del rojo al verde...

28.3.09

Noche sin luna...


Estaba en una de esas interminables noches junto al fuego, en las cuales corría el fuerte licor de arándanos, para espantar el perpetuo frío de aquellos páramos alejados de la mano de Dios. Pensándolo bien, si Dios eligiera un sitio en el cual establecer su morada, aquí en la Tierra, no sería este.

Sentado junto a los ancianos del poblado Anuk, se contó una extraña historia, quien sabe si rescatada de la memoria del tiempo, o simplemente los desvaríos de un narrador borrachín con más licor que sangre por sus venas.

Dicen los niños, cuentan las viejas del lugar, que hace mucho tiempo, tanto que hasta para sus longevas vidas es mucho tiempo, una curiosa criatura invadió sus tierras. Nadie puede afirmar a ciencia cierta haberla visto, más todos dan profusos y concisos detalles de ella.

-Bien digo, sin temor a equivocarme, que aquella criatura medía más de diez pies de alto, quince tal vez, y cinco de ancho.- Así hablaba el viejo sentado enfrente mío. 

-Llegó al comenzar el otoño. Merodeaba por los bosques, y se escondía en las altas y profundas cuevas. Escurridizo, por más que se mandaban a los jóvenes a explorar, nunca lo encontraban. Bajaba al poblado, si, en noches sin luna o con niebla. Y se llevaba animales y comida, si acaso encontraba de lo uno o lo otro.

Pregunté si encendían luces.

-Por supuesto, y esto es lo más extraño. A la luz de las casas, se acercaba, como atraído por ese mágico fenómeno. Más cuanto más se acercaba, más se difuminaba su imagen, hasta hacerse invisible. El miedo entonces invadía a nuestra gente, que cerraba las contraventanas, y esperaba la luz del día.

La historia, por ser tan increíble, me fascinaba a cada instante:

-Un día, una joven, huérfana, de cabellos de fuego más fría como el acero, decidió ir a su encuentro. Y en una noche sin luna, tomo el camino que lleva del poblado al riachuelo, y se sentó en una gran piedra a la orilla a esperar. Ya bien entrada la noche, una presencia se acercó desde lo profundo del bosque. La joven fue a su encuentro, sin temor, con pasos firmes y decididos.

Y al fín terminó el relato:

-No se volvió a ver a la joven, y su casa fue derribada pensando que podría tener algun encantamiento. Aún hoy se dice, que en las noches sin luna, se ve pasear a una hermosa joven de cabellos de fuego por las calles del poblado, atraída por el mágico fulgor de las luces en las casas...

Después de esto, el tierno borrachín lió toda la historia, y acabó por dormirse, tras lo cual decidí levantarme, ir a una de las casas que me habían acondicionado, a contarle la historia a mi pareja, mientras la abrazaba con fuerza, y la magia desataba el deseo y las pasiones más íntimas. Tras un rato, decidí levantarme y encender el portátil en una irrepetible noche, para escribir este relato. Hoy no hay luna. Quizá consiga ver a la joven paseando. Quien sabe...

11.3.09

Symbelmine


Symbelmine. Según el conocido libro de "El Señor de los Anillos", era la flor que crecía en y alrededor de las tumbas de los reyes del pueblo de Rohan, emulando las verdes praderas que se encontraría el corazón amable y el espíritu valiente y noble en esta vida, donde disfrutar de plenitud en todos los sentidos junto a los seres queridos y amados.

Hoy, una persona a la que conozco muy poco pero estimo muchísimo en la aldea global de los blogs -dentro de este parco conocimiento mutuo-, ha tenido el detalle de distinguirme con este sencillo y a la vez emotivo premio. Esto hace que uno siempre piense que las palabras que con el tiempo se siembran y abonan, den lugar a emociones y sensaciones, sentimientos y vivencias compartidas que tocan el corazón y la cabeza de otra gente. Y uno entiende que esta herramienta llamada internet, LaRed, y apelativos similares, puede conectar con la gente más allá de la simple información, del sencillo discurrir de historias y experiencias.

Ciertamente que no me lo esperaba. Bien es verdad, que puestos a escoger personas que yo creyera me iban a dar un premio, o un reconocimiento de algo al menos, entre todas las posibles no pensaba en Lady. Si, amiga, el detalle es más detalle aún, viniendo de una maga de las letras, de una musa de párrafos y estrofas, de una traviesa Diabla de semáforo siempre en verde, de guindillas picantes, de bourbon escurriéndose eróticamente entre el hielo.

Lejos de hinchar mi ego, me contraigo, no para esconderme abrumado por la distinción, sino para interiorizar emociones, y salir más renovado si cabe, con más energía y pasión, con más entrega y desnudez, a desgranar todo cuando es y ocurre en y cerca de mí en mis blogs.

Como dijo Confucio: Tener la cabeza fría, el corazón caliente, y la mano larga. Con lo cual daba a entender que había que pensar con lógica y coherencia, sentir a los otros, y ser generoso en la vida. Y lo mismo para el amor, que para un blog que intenta ser personal y a la vez universal.

He dicho.

1.3.09

Tras llamar a la puerta... contestaste

Parecía menuda, cuando la ví por primera vez.

La primera impresión no es siempre la que vale, aunque de pistas. Me presenté yo, al más puro estilo, con un saludo, un "te apetece que hablemos", y unas frases compartidas poco después.

Me sorprendió la vitalidad con que intensamente contestabas. Esa vitalidad que tienen las personas que aprovechan y exprimen los momentos, sacando todo el jugo a las relaciones humanas.

Ya tus palabras, Mayka, se marcan un baile con el otro, y le invitan a soltarse, a ser el mismo, a despojarse de prejuicios, de ideas y valores preconcebidos. Desde el principio diste a entender, que lo bueno de la vida no son las experiencias que vivas, sino con qué intensidad las vivas. Frescura "made in May".

Seguramente en estos momentos andará su mente pensando en si el traje de faralae que ha escogido le va a sentar estupendamente -bueno, dada la hora, probablemente esté sino dormida, camino del tercer sueño-. Estas sevillanas, lo llevan en el ADN, creo yo. Yo de bailar sintiendo la música muy dentro, y dejando que salga fuera con fuerza.

Te gusta vestir con colores alegres y muy intensos, algo que reconozco me gusta, pues para ver gentes de lo más variado, con su ropa color gris, su coche gris, hasta su casa gris... Hasta en la naturaleza, y mira que hay millones de colores, lo que se dice gris, no se ve casi nada. En eso harás bien, Mayka, en potenciar tu belleza y cuánto tu eres con colores que reflejen tu estado de ánimo.

Estuvimos unos meses desconectados. Seguramente quiso recuperar un espacio personal, encontrarse a si misma a la vuelta de la esquina, y compartir un café una tarde de invierno -si es que hay invierno como tal en Sevilla- con sus pensamientos, sus sentimientos y su espíritu. Y vaya si lo recuperaste, amiga! Volver a encontrarte, fue un viento intenso, fresco y lleno de sonidos, que anuncia experiencias nuevas.

Quien sabe. May igual es capaz de reinventarse a cada momento sin dejar de ser.

A veces inquieta. Otras pensativa. Unas más alegre y dispuesta. Curiosa y abierta a compartir siempre. Con sus bajos momentos. Con sus cabreos y su furia (por suerte muy pocas veces) -como todo ser humano, todos tenemos momentos emocionales mejores y peores-.

La cuestión que me surge ahora es: ¿Qué decir de ella? ¿Cómo describirla? Si, ya se, alguno me dirá si se me ha ido la pinza o me falta algún hervor en la cabecita, con todo lo que de ella he dicho en el texto arriba escrito. Y no, para mi al menos, no he comenzado todavía a hablar de ella. Pues es mucho más que todo eso, os lo puedo asegurar... 

17.2.09

De idas y venidas, borrados y encontrados...

No hay problema. Reiniciando texto...

Justo cuando voy a subir un texto para el blog, y teniendo en cuenta que tras pasadas experiencias siempre selecciono el mismo y copio -pues ya se me han borrado líneas algunas veces-, esta vez, de tan concentrado como estaba escribiendo, pletórico tras haber completado una historia, un texto, en poco tiempo y a mi gusto, le doy a la bendita -¿bendita?- tecla del "publicar entrada". Lógicamente, había escrito todo en la página de escribir en código html -o sea, el lenguaje de programación de páginas de Blogger-, y, como no, sin copiar o guardar el texto primeramente.

Y he aquí que todo se ha perdido en la inmensidad del ordenador, con lo cual todo me lleva a pensar que mis palabras no querían ser publicadas. Si. Quizá tengan vida propia. Quizá no soy yo el que ideo unas frases, sino que la historia está ahí esperando el momento, y si no es el momento, pues no sale. A veces escribir algo cuando no es el momento, o contar una historia cuando hay otra que lucha por conseguir su lugar, tiene estas cosas.

Hasta que punto somos dueños de nuestros pensamientos. ¿Pensamos y por eso actuamos, o porque surge la oportunidad de actuar es que pensamos?. Por un momento, intuyo que podemos pensar y dominar los pensamientos, más cuando algo está por salir, y es su momento preciso, irremediablemente las circunstancias se conjuran para que se haga presente. Ya algunos escritores afirman que, una buena novela, les surgió mientras comenzaban a esbozar muchas otras, que por azares de la vida e intervención de las musas, nunca empezaban, hasta que un buen día, sientes algo en tu interior, preparas un buen café bien cargado, y los dedos escriben como si les fuera la vida en ello, temiendo perder el hilo argumental que sale espontáneamente.

Eso me acaba de pasar a mí. Deseaba introducir un nuevo texto en el blog. Ya había escrito y borrado varios comienzos, y cuando por fín le doy forma a un escrito, este se rebela, se autodestruye para hacernos conscientes de que hay que dar un giro. De nada sirve pensar en las ideas que  pensamos para poner en palabras, pues ya no vuelven. Se disuelven en la bruma de la mente. Y surgen otras nuevas, más frescas, más vivas. Totalmente diferentes. Cambio en la estrategia que tiene nuestro Ser para hacernos ser conscientes.

Y decidimos que, aunque no le veamos conexión alguna al texto que va surgiendo con el anterior, entendemos que este es realmente el texto que aparecerá y será publicado. Y así es.

Estás experiencias le hacen pensar a uno, a mí al menos si. ¿Y a tí?

5.1.09

Por siempre... Laura...

Hay momentos, que remueven tu conciencia. De repente, metido en la vorágine de la Red, te das cuenta cúan efímeros -o no- son los encuentros más o menos intensos que se dan en este medio.

Uno va descubriendo gente, personas que de algún modo u otro marcan tu caminar por esta autopista de información y bits. Es tan ingente la cantidad de personas con las cuales conectar, que incluso las que ganamos como amigos, y más en la distancia, los tenemos ahí, les escribimos en su cumpleaños, les felicitamos, un saludo de vez en cuando...

Y un día, notas que mandaste un mensaje. Y no hay respuesta. No pasa nada. Ya conoces a esta persona. Sabes que ha pasado por un cáncer. No... por dos. Sabes cuanto le cuesta a temporadas contestar los correos, y lo comprendes. Pasan unos meses. Llega otra fecha señalada -Navidad-, y sientes que quieres conectar con esa amistad profunda y especial que, oh milagro!, surgió, si, en la Red.

El impacto llega, cuando a través de una tercera persona, que leyó el mensaje, me escribe. La frase, es todo y nada. Principio y fin. "Laura falleció el 27 de febrero de 2008.".

Una lágrima pugna por salir, sabiendo que un torrente de emociones vendrá después. Las emociones llegan, van surgiendo. Los ojos se humedecen. Que sabiduría encierra la frase "no os diré: no lloréis. Pues no todas las lágrimas son amargas". Vuelve nítido su recuerdo. Sus palabras. La fuerza de su personalidad. La maravillosa ternura que compartía con todos los que en algún momento compartimos con ella. El hacer presente, el burlar a la Vida y a la vez fluir con ella.

No llegué a conocerla profundamente. Lo hubiera deseado. A veces de una profunda y emotiva experiencia, te llega el conocimiento. La próxima vez, conoceré profundamente a quien deseo, compartiré con esa persona, le diré lo que siento, o lo que espero de ella. Sin tardar ni un segundo. Pareciera que las lecciones que uno tiene grabadas a fuego en su cabecita y en su corazón, no sirven de nada hasta que la Vida te hace tomar consciencia de ellas.

Me siento orgulloso al pensar en ella. Todos los recuerdos que de ella tengo, son positivos. He tenido la inmensa suerte de conocer a una persona especial. Y eso lo llevaré siempre en mi corazón.

Llevaba meses sin escribir en este blog. No sabía si habría algún texto más. Todo muda, cambia, se renueva, o le llega el tiempo de pasar. Este texto, al menos de momento, es una manera de honrar su presencia,  hoy en mi espíritu con más fuerza que nunca. Y dejar palabras al viento, y esparcir un poquito de ella por el mundo entero. Ella siempre se merecerá un sitio en mi espacio. Ya lo tiene. Y siempre estará ahí presente.

Hablando en su jerga, que seguro a ella le hubiese encantado: Laura, que tengás vos un lindo viaje, por donde quiera que camine tu espíritu. Ya nos volveremos a encontrar, tenelo por seguro, amiga...

Que así sea!