10.1.10

Mezclando ficción y realidad




Nieve.

Aunque parezca curioso, desde la habitación 211 (os recuerdo que tras cierta cita íntima me enamoran los segundos pisos de los edificios) del Hamma Garden de Constantine, una ciudad de Argelia, en el norte de Africa, veo toda la ciudad cubierta por un más que considerable manto de nieve.

Un exquisito té verde, servido con mimo por el camarero, y unos sencillos a la par que deliciosos dulces acompañaban mi día. Hoy no tenía ninguna reunión pendiente, por lo cual daba gracias al cielo.

Los últimos dos meses habían sido muy intensos. Mis compromisos, me habían llevado de Madrid a Chicago, de ahí como si el destino quisiera cambiarme todos mis biorritmos, a Copenhage. Y de ahí a Kioto, en Japón. Y como etapa final antes de volver a Madrid, Argel. La mágica y misteriosa ciudad de ulemas y minaretes, de cultura árabe antigua y calles modernas y tecnología.

Algún día escribiré más extensamente sobre esto. Quizá haga una sola obra de ello. De como el destino me ha permitido -yo diría más bien regalado- el conocer y tener experiencias íntimas y sexuales maravillosas con mujeres de ciudades tan lejanas entre sí, y a la vez sentirlas tan cerca y tan amigas. Si, a que negarlo, la Vida ha sido en ese terreno generosa conmigo.

Bashira hacía una hora que había salido de mi habitación. Su nombre árabe lo decía todo. "Portadora de buenas noticias". Sus ojos expresaban la inmensidad del desierto, y sus finas manos y pequeños e increíblemente hermosos pechos, eran toda una invitación a adentrarse en el reino de las tentaciones. Era una mujer misteriosa, y a la vez mágica, pues siempre sucedía algo para bien en mi vida después de encontrarme con ella.

Esta vez también sucedió algo. Al rato de haber salido ella del hotel, unas flores llegaban a mi habitación. Pensé en ella, la verdad. Más rechacé esa idea. Bashira era culta, inteligente, y muy divertida, pero no detallista con un hombre. Prefería otro tipo de cosas.

Podían esperar. Una tarjeta dentro de un sobre con purpurina rojo pasión -¿De que me sonaba el rojo de esa manera tan pícara y traviesamente usado?-, un sobre perfumado con olor de maderas orientales, y vainilla, que inundaba la habitación con su fragancia.

Decidí abrirlo después. Ahora, como siempre que disfrutaba de una experiencia mágica, de una noche de intensa pasión y desenfreno, de sensaciones y ternura, me puse a escribir una carta en mi portátil. Una carta que comenzaba diciendo: Mi querida y amorosa Diabla...

Hacía ya tiempo, que habíamos comenzado a escribirnos, sin decidirlo, dejando que surgiera mutuamente el conectar y contarnos nuestras experiencias íntimas, nuestros encuentros y amoríos. Si. Tan contento estaba en estos momentos, que deseaba contárselo a Diabla, hacerla partícipe de mis buenos momentos, de mis alegrías, pues ella también los vivía, y esa conexión profunda no surge a menudo.

Poco tardé en escribir, pues la energía generada después de una noche donde la imaginación juega y la seducción se desata, hace que uno escriba instintivamente más deprisa, pues las palabras surgen con fluídez. Al terminar y dar a la opción de "enviar", un cosquilleo invadió mi cuerpo. Tantas experiencias compartidas, y la Vida, tan traviesa con nosotros, nunca nos había juntado en una de esas experiencias. Cosas del destino, puede ser.

Me acerqué por fin al ramo de flores, y, con mano temblorosa por la curiosidad, cogí el sobre. Al instante, el perfume pasó a formar parte de mí. Abrí con cuidado para no estropearlo, y dentro, una pequeña tarjeta, de bordes decorados con mimo y estilo. En el centro, en letras doradas, unas siglas. "M.M." y un escueto texto. "Gracias por todo cuanto escribes pensando en mí. Con cariño, tu más sano pecado".

Al instante una enorme sonrisa surgió en mi rostro. Sabía de quien eran las flores. Estúpido de mí, pense divertido. Solo ella es tan especial, y me conoce tan bien...

1 comentario:

Maria Manderly dijo...

Muy bueno y sugerente el relato ,pero pregunto yo ¿donde empieza la realidad , donde termina la ficcion? jajajaja. un beso