6.11.09

Exeon



25 de marzo de 2610.

Hoy, me he levantado melancólico. Tras una metálica ducha, un frugal desayuno enfundado en mi equipo de viaje. Miro a través de la ventana la miríada de estrellas que brillan en el cielo de esta constelación.

Si, el espacio infinito es algo sublime, algo maravilloso, una conexión con algo superior, dicen siempre citando un tópico. Para mi es un día más, pues llevo dieciséis años viviendo en el espacio. Es tan grande esta nave, tiene tanto de... todo, que debería sentirme como en casa. No, he de reconocer que no me siento de ninguna manera especial.

Suena el comunicador. Una dulce voz de mujer -como si quisieran un momento perfecto compartido con un sistema electrónico- me pone al corriente:

-Señor. Le recuerdo que hoy es Navidad en la Tierra. Quizá quiera hacer algo especial, capitán.

Navidad. Ya en el año dos mil cuatrocientos, debido a la rotación de la tierra, y a que el invierno sucedía de marzo a mayo, que eran los meses más fríos en el hemisferio norte, decidieron hacer coincidir las fiestas de Navidad en esa época. Cuestión de mantener tradiciones.

-Gracias. Envía felicitaciones a la gente de la lista de siempre. Y si no es urgente, no me pases ninguna comunicación exterior a la Exeon.

Al ser día de descanso, mi tripulación estaba disfrutando del día en la cubierta inferior, donde estaban todos los sistemas de relax, el restaurante, y otros espacios con los cuales hacer más llevadera la estancia en la nave. Ellos con suerte, en unos meses estarían en la estación orbital, y de ahí en una nave auxiliar a la Tierra.

A veces el tiempo no discurre de igual manera. Noto como mi mente vuelve a mi infancia. A aquellas largas tardes en la montaña, corriendo ladera abajo, cansándonos, rodando por el suelo hasta terminar llenos de barro. Aquí el barro, solo existe en los cultivos a gravedad estable que podemos permitirnos en esta nave tan grande.

Me siento pequeño, muy pequeño. He explorado ya cuatro galaxias, con sus estrellas, y planetas. He dedicado muchos años a descubrir el Universo, y ponerlo al alcance de las personas que necesitan creer que no estamos solos. Pero la verdad, es que aún no hemos contactado con otra forma de vida. El tiempo pasa, y me hago viejo sin ver cumplido mi sueño, de al menos descubrir que otros seres habitan algún planeta remoto.

Mi vida está aquí. Navegando. Enseñando a los jóvenes la pasión por explorar, y quien sabe, si conectar con otra civilización algún día. No tengo mujer, ni hijos. Condición para poder ser el capitán de una nave. Sin ataduras, por duro que esto pueda ser. Y así fue para mi.

Pienso que todos tenemos sueños, y los conseguimos a nuestra manera, aún siendo que no se terminan como nosotros esperábamos. Pero es la posibilidad de conseguir un sueño, lo que hace la vida interesante.

En otoño lo dejaré. Está decidido. Quiero volver a la Tierra, a realizar algunos de mis otros sueños...

La gran pantalla de fibra de carbono se ilumina: planeta nuevo descubierto. Iniciando secuencia de barrido en busca de formas de vida de cualquier tipo....

Quiero volver a la Tierra.

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