Comprendío al fin, que estaba participando de la más maravillosa y grande obra de teatro. Era real también, y a la vez un juego. Se trataba de disfrutar, de vivir, de sentir la vibración del Amor en cada célula de su ser. De entregarse a esa misma Vida, y confiar.
La energía de su corazón, a través de sus dedos de manos y pies, se extendió hasta los confines del Universo. Y este le envió su energía desde los infinitos límites hasta traspasar su piel y llegar a través del corazón, al espíritu.
Era una fría noche. Emocionante, apasionada, intensa... más fría... fuera. Porque la llama interior brillaba sin cesar.
Y confió. Y, sabiendo que todas las posibilidades estaban a su alcance, si las deseaba con honestidad y bondad, terminó de escribir las frases del renacer de una íntima página de internet, e hizo lo que todo él, todo su corazón, sus frecuencias, vibraciones y cuerpos sentían: amar a Angela sin límites, sin medidas, dando todo y expresando todo el Amor.
Y siguió confiando...
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