2.12.10

Rincones




Exuberantes. Tiernos. Mágicos. Oscuros. Indecentes. Salvajes. Espirituales. Y más...

Quien más quien menos ha conocido o conoce lugares así dentro de su propia capital, ciudad o pueblo. Lugares que tienen mil historias que contar, recuerdos de amistades pasadas, de encuentros y desencuentros, de tratos y partidas varias, de zumos de frutas y combinados bien subidos de alcohol.

Sitios que nos hacen volar con la imaginación, a mundos increíbles y fantásticos, tal vez muy de andar por casa, y otros llenos de vibrantes conversaciones al calor de las tenues luces y el espeso ambiente humeante de los viernes de madrugada.

A la mente me vienen algunos, de mi juventud, como no, y de más recientes épocas.

Recuerdo especialmente algunos de cuando uno ha sido más joven:

Estaba el mítico "Chapandaz" (aún sigue abierto, para mi asombro, tras más de casi veinte años), y sus copas gigantes de cerveza a beber con pajitas, que llegaban cada una para compartir entre seis o siete tranquilamente. Amén de sus submarinos y su famosa leche de pantera, que con varios de estos ya cogías contento para toda la noche, llevando un ritmo divertido y tontorrón muy agradable.

Muy cerca de ahí, casi que de los primeros en recorrer si hacías una ruta en condiciones, era el "Puzzle". Típico pub rockero de chicas con falda de cuadros, tupés interminables y James Dean, Loquillo y compañía amenizándonos con sus fotos y músicas. Lo divertido era que tenía puzzles terminados por los asiduos y ocasionales clientes, que echábamos algún que otro rato en buscar y colocar piezas de gigantes imágenes que luego el dueño encolaba para enmarcar y poner por las paredes.

Aunque, siendo como éramos adolescentes, no podía faltar el comenzar por el más que pijo -para mi de buen ambiente, aunque algo fino- "La Rana Verde". Ahí te pasabas a ver -e intentar pegar la hebra- con chicas vestidas a la moda, con ropa de marca que intentaban ser invitadas por los guaperas deportistas de turno -entre los que no me encontraba- y así presumir de tener un ligue chulo.

Ya unas calles más arriba, los rincones y sitios varios cambiaban radicalmente, no de gente -que también- sino de ambiente. Lugares como "Ragnarok", "Orion" y "Espectro", algunos ya cerrados, en una zona con casi treinta años de tradición a cuestas. Todos o casi todos de música rock y heavy, de gente muy sana de pelos largos, cazadoras de cuero, cerveza y motos chopper, y mucha energía.

En otra ciudad, y en otras calles, el rincón cambia radicalmente. Yo mismo tuve uno, en el cual ponía la música que en el momento llegaba a la gente. Duncan Dhu, La Unión, Radio Futura, Depeche Mode y similares llenaban mis noches al frente de la barra. Si me pillaba a mi. Cuando tenía turno el camarero que tenía contratado, ya ponía algo más de discoteca. Para gustos colores. Abría después de comer para charlar de mil cosas con la gente mientras servíamos cafés y otras bebidas de sobremesa, hasta la madrugada con sus copas y algún que otro pasado de vueltas que había que sacar del pub para no tener problemas.

Más recientes, y de hoy en día, tenemos "El Bosque Animado", con su decoración semi-selvática dentro y unos cócteles, batidos y cafés de chuparse los dedos. "El Café del Sol", con su agradable terraza de mesas que es pura delicia en veranito y su buen número de años ya en funcionamiento. La zona del "Tontódromo", antigua zona de copas y salidas de moda, con el "Universidad", "Código" y otros geniales sitios donde escuchar buena música con los amigos. Así como el "Kennedy", con su día de monógolos del Club de la Comedia, pub irlandés con una ambientación y decoración al más puro estilo irish -irlandés-.

Y podría seguir extendiéndome, como no. Como bien decía en su canción Gabinete Caligari:

Bares, que lugares
tan gratos para conversar.
No hay como el calor
del amor en un bar.

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