16.3.11

De noches varias (y 1)



Cada historia tiene su lugar. Si bien es cierto, que hay noches en que se escuchan relatos buenos, cargados de experiencia, o de momentos locos pero muy sanos. Y eso es lo que me acaeció anoche.

Entre plato y ración, algunas de las más variopintas historias surgieron, al calor del momento. Hay que reconocer que hay personas que hacen que esos momentos sean auténticos, por lo que aportan con sus vivencias. Y estos amigos logran despertar la magia del momento compartido, haciendo que la vibración del instante sea maravillosa.

M. comentó como eran sus momentos en Suiza, lo cual me hizo recordar su genial paso por una cocina allí -por suerte con final feliz aunque de transcurrir más que incierto- y su desde aquel momento aversión a cocinar. No por no querer, sino para seguridad de los comensales. De hecho creo que cualquier día de estos le pediré a M. que nos invite a comer algo que ella desee preparar. Lo cual puede terminar en que tras mi osada petición, tenga ración triple de ejercicios orales y escritos por cortesía de la profesora.

Rematando la faena, nos contó M. como se puede lograr que un avión a punto de despegar y ya moviéndose por la pista, frene para recogerte, que lo suyo hubiese sido verla a ella corriendo por la pista agitando los brazos y gritando poseída "¡espere! ¡Que tengo asiento en ese avión! -cual autobús de línea regular-, y al subir una ovación del respetable a base de aplausos, hace de un momento crítico un momento con subidón de adrenalina incluído.

El otro artífice de la noche, R., tiene recuerdos de esos que solo suceden una vez en la vida. Como en Sri Lanka -antigua Ceilán- se puede estar perdido -sin manera de conectar con el resto del mundo- en lo alto de una montaña, haciendo un intento de emular posturas de yoga a la par que meditas en la impermanencia del Ser. Todo un logro de la aventura. Eso si, él si que dejó una huella imborrable en los monjes del monasterio. Desde aquel día, hay un cartel en la entrada del Ashram -o lugar de meditación- que reza: "Se ruega a los españoles que hablen en voz baja y no interrumpan las meditaciones de los monjes. Gracias"

Eso si, pasando después el relato a otra parte en la cual, trabajas en una zona judía donde te sientes más extranjero que los propios judíos " el pueblo errante". Desde luego, R. puede pasarse horas contando sus idas y venidas, que tiene unas cuantas, a cual más interesante.

G. se sumerge por momentos en el mundo de los impuestos, de la estadística y los números, yo se lo que es aprenderse fórmulas estadísticas sin encontrarles un sentido -ya sea teórico o práctico-, pero que son las que sirven para su cometido y no hay más vueltas que darle. P. le pone el punto matemático a esta parte de la conversación, salpicada de alusiones informáticas que el resto de comensales salvo ellos dos y yo las encuentran de tema de encuentros en la tercera fase. Cualquiera les explica como hacer un vídeo en alta definición con su ordenador -que se puede aún sin ser profesional-.

P. -otro de los chicos del grupo- también se pone al día de sus historias, que tienen mucho que ver con el deporte, y su afición a la bicicleta y las rutas largas -para el aperitivos nada más-. Eso si, el chico es muy majo y agradable. Es más, aún no nos ha vendido ningún seguro -trabaja en una compañía-, y eso le hace ganar puntos al muchacho.

Como se puede ver, todos acabamos en una cena genial, tomando unas copas y disfrutando del sabor de la buena compañía, esa que siempre se agradece y siempre deja buen sabor. Como no, ya tenemos otra preparada, a la sazón -y al pelo- coincidiendo con el cumpleaños de nuestra profesora... Deseando ya que nos apasione con sus seguro más que divertidas e intensas aventuras por Australia, y de como fue su vida allí, entre canguros, aborígenes, montaña sagrada incluida y Pavarotti ofreciendo un recital en la ópera de Sidney.

2 comentarios:

Keeper2k dijo...

Gracias de parte de P. por la entrada, creo que es:

Belle histoire, Fantastic, Molto interessante.

Vilo & Bellita dijo...

Gracias Pablo. Ya tengo el horno encendido para la segunda parte, que falta menos y nada para que pase...